Es necesario poner más cuidado en el comportamiento de los niños
María Clemencia Mendoza
Hitcher, psicóloga experta en el abordaje de problemáticas
en el área infanto-juvenil tales como: trastornos emocionales y conductuales se refiere al tema
El Trastorno de Atención
e Hiperactividad (TDAH) en los niños es más frecuente de lo que podamos
imaginar; según cifras que se manejan uno de cada diez niños pueden presentar
esta afección que suele ser ignorada por padres, educadores e incluso por psicopedagogos y psicólogos,
según advierte la psicóloga María Mendoza Hitcher, con amplia experiencia
en abordaje de problemáticas en el área
infanto- juvenil tales como: trastornos emocionales y conductuales. Forma parte del grupo de profesionales vinculados a distintas áreas de
la salud de la Fundación Centro Italiano Venezolano (Fundaciv), de Caracas
−¿Hasta qué punto esta patología se presenta en
nuestros niños, según su experiencia en la atención psicológica infantil?
−El TDAH es un trastorno que
llego para quedarse y el cual ha sido diagnosticado o ignorado de manera
abusiva tanto por educadores, psicólogos, psicopedagogos y padres, la realidad
es que las cifras cada vez aumentan más: uno de cada 10 niños es diagnosticado
con este trastorno, pero pocos son los casos que se atienden de forma rigurosa,
ya que esto demanda tiempo, dinero y disposición de los padres para lograr un
abordaje multidisciplinario según sea el nivel de funcionamiento de cada niño.
Tener TDAH no es bueno ni malo
simplemente se trata de niños que tiene un “cerebro que funciona diferente”.
Las estadísticas de los infantes que presentan este trastorno van en aumento
conforme pasa el tiempo. En la actualidad existe sensibilidad ante este tema
tanto en la escuela como en los profesionales del área de la salud, por lo que
se puede identificar en etapas tempranas el posible desarrollo de este
trastorno. Sin embargo, aún persiste la tendencia a etiquetarlos a la ligera de
“problemáticos, groseros y malcriados”.
−¿Cómo se manifiesta en la consulta popular pública
y en la privada? ¿Hay diferencias en cuanto al sector (público y privado)
en el que son atendidos?
−La sintomatología en los primeros
años de vida se caracteriza por constantes
cambios en el humor: tienden a ser excesivamente impulsivos y presentan
alteraciones del sueño, su curiosidad por saber todo es insaciable, no toleran
la frustración, persisten las rabietas y pataletas la mayor parte del tiempo,
tienen una actividad física excesiva, quieren ser el centro de atracción todo
el tiempo.
Digamos que entre los 5 y 6 años se
comienzan a establecer hipótesis de que un niño pueda desarrollar este
trastorno pero clínicamente debemos esperar a los 7 años para definir el
diagnostico, ya que hasta ese momento los síntomas pudiesen ser producto de
cierta inmadurez neurológica, y alcanzado el nivel madurativo podrían
desaparecer; sin embargo hay señales en el camino que indican a los
profesionales del área las probabilidades de desarrollo de este trastorno.
Los criterios de diagnóstico son los
siguientes: en primer lugar, seis o más de los siguientes síntomas de falta de atención han persistido al
menos seis meses con una intensidad que impide la adaptación y que no es acorde
con el nivel de maduración y desarrollo:
Con frecuencia, no prestan atención a
los detalles o comete errores por descuido en las tareas o actividades, tienen
dificultades para mantener la atención en las tareas o juegos, parecen no
escuchar cuando se le habla directamente, no siguen las instrucciones y no
termina las tareas escolares o sus obligaciones (sin que se deba a
comportamiento oposicionista o a incapacidad para entender las instrucciones), tienen
dificultades para organizar tareas, evitan o le disgustan las tareas que
requieren esfuerzo mental sostenido, pierden cosas necesarias para las tareas o
actividades (lápices, libros, juguetes), se distraen fácilmente y olvidan
actividades cotidianas.
En cuanto a
hiperactividad-impulsividad, son seis o más de los síntomas que persisten al
menos durante seis meses con una intensidad que impide la adaptación y que no
es acorde con el nivel de maduración y desarrollo. En hiperactividad son ellos:
Con frecuencia, mueven las manos o los pies o se remueve en el asiento, abandonan su asiento en el aula o en otras
situaciones donde se espera que esté sentado, corren o trepan excesivamente en
situaciones inapropiadas (en adolescentes se puede limitar a sentimientos
subjetivos de agitación), tienen dificultades para jugar o realizar actividades
recreativas de forma tranquila, están “en marcha” o suele actuar como si
“tuvieran un motor”, hablan de forma excesiva. En impulsividad: Con frecuencia,
precipitan respuestas antes de que hayan finalizado las preguntas, tienen
dificultades para esperar el turno, e interrumpen o se inmiscuyen en las
actividades de otros.
Su manifestación no tiene
diferenciación en cuanto al sector público o privado. Donde existe
diferenciación es en cuanto al abordaje preventivo que las instituciones
educativas y la familia ofrezcan. En la educación pública existen muchas
carencias debido a su alta demanda y pocos maestros por lo que en muchas
ocasiones el educador puede catalogar al niño con este trastorno como “flojo y desmotivado”. En la educación
privada digamos que el riesgo existe igualmente, dada la carencia de
profesionales con formación realmente pedagógica; sin embargo están más
sensibilizados al trastorno y poseen un esquema de abordaje previamente
definido. Igualmente la continuidad de los abordajes suelen ser más constantes
en la educación privada dada las posibilidades económicas de los padres y su
disposición casi exclusiva al niño.
Sobre el origen de estos trastornos, la licenciada Mendoza Hitcher señaló que este se atribuye normalmente a un “retraso madurativo del cerebro” en el que la información que pasa de una neurona otra (neurotransmisores) es insuficiente en las áreas cerebrales que regulan la atención, el comportamiento motor, y las funciones ejecutivas. Según explica aparece un autocontrol insuficiente, “algo así como que el director de orquesta de la información que llega al cerebro no dirige bien. Al fallar el director no se puede memorizar, organizar ni planificar las tareas de una manera adecuada y se actúa por impulso, sin reflexionar”. Y agrega que existen diversos factores que pueden resultar desencadenantes, facilitadores y/o agravantes, entre ellos los factores genéticos, donde la herencia puede influir en un alto porcentaje a padecer el trastorno. Advierte que, sin embargo “no existe una acción genética directa, por lo que un padre que tenga TDAH no determina con exactitud que sus hijos vayan a desarrollarlo, tan solo que existe una probabilidad mayor, como ocurre con otras patologías psiquiátricas como la depresión, o la esquizofrenia. Los estudios de genética molecular hablan de una posible alteración en la producción de determinados. El origen del TDAH se debe en buena parte a modificaciones específicas en determinados cromosomas que componen el genoma humano”.
Por otra parte, cita la presencia de
factores neuroquímicos, relacionados con un probable fallo en el desarrollo de
los circuitos cerebrales y a un desequilibrio de los
neurotransmisores dopamina y adrenalina (sustancias
químicas del cerebro encargas de transportar la información) que pudieran alterar
el funcionamiento de las funciones ejecutivas, responsables de dirigir el foco
de atención, planificar, organizar y regular la conducta e inhibir estímulos
irrelevantes del entorno. También los factores psicosociales, en lo que, según
explica la informante, algunos agentes
externos como precipitantes o contribuyentes a la aparición del TDAH durante la
etapa gestacional (prenatales) o cerca del nacimiento (perinatales) como: el
tabaquismo, el estrés y ansiedad maternas durante el embarazo; pero que no
existen evidencias científicas concluyentes acerca de que exista una relación
directa de causa efecto sobre estas variables.
Por último señala que “el estilo de crianza y la educación recibida no es origen del trastorno pero si contribuye a agravar los síntomas y la evolución del trastornos en niños que ya presentan síntomas, por lo que la elección de intervenciones psicológicas, educativas y familiares adecuadas contribuyen a una mejoría de los síntomas y a un mejor pronóstico”.
Por último señala que “el estilo de crianza y la educación recibida no es origen del trastorno pero si contribuye a agravar los síntomas y la evolución del trastornos en niños que ya presentan síntomas, por lo que la elección de intervenciones psicológicas, educativas y familiares adecuadas contribuyen a una mejoría de los síntomas y a un mejor pronóstico”.
En relación con la atención que debe
prestarse al afectado por esta patología, indica la experta que el abordaje clínico del TDAH implica un trabajo multidisciplinario
que abarque aspectos psicoeducativos, psicológicos neuropsicológicos,
psicopedagógicos y farmacológicos; pero que fundamentalmente considera
“importante el papel de los padres en
el tratamiento ya que de su apoyo y constancia dependerá la modificación conductual
que se logre en su hijo”.
¿Qué es
Fundaciv?
La Fundación Centro Italiano Venezolano (Fundaciv) es una
institución sin fines de lucro que desarrolla actividades de salud pública y
educativa. Tiene como pilar fundamental prestar servicio a la comunidad de
socios del club y al personal que labora en dichas instalaciones. También
desarrolla actividades y jornadas para atender las necesidades de salud de su
entorno, como parte de su responsabilidad social.
Leyenda foto: María Mendoza Hitcher, psicóloga experta en el abordaje de problemáticas en el área infanto-juvenil (Foto GilCar)
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